En mi último post de Junio (“Desde otra posición”) os hablaba un poquito del rol del guía Montessori y de su
visión y respeto hacia el niño.
Redactando aquella entrada surgió
un tema que considero muy interesante y que una vez más, plantea otro punto de
vista, otra forma de acompañar a los niños y niñas desde una postura respetuosa
y con cariño: CORREGIR SI o NO? Desde mi perspectiva y experiencia está
claro…como adultos (ya seamos padres, maestros, cuidadores o cualquier persona
interesada en acompañar a algún niño o niña en algún momento de su vida)
debemos poder ofrecerles propuestas en base a sus necesidades, sus pasiones
(que no en base a nuestras necesidades ni nuestras pasiones) así como cuidar la
atención y delicadeza ante sus opiniones, el respeto hacia sus pensamientos,
sentimientos y su palabra.
Desde esa base de amor, seguridad
y respeto, el niño se siente amado, seguro y respetado, y es desde esa posición
desde donde puede explorar, valorar oportunidades, visualizar un modelo, tomar
decisiones… que serán SUYAS y habrán sido fruto de su interior, del aprendizaje
de adentro hacia afuera: el aprendizaje significativo.
Con el caso de cualquier material
de juego y/o aprendizaje es fácil ver el ejemplo; en primer lugar es preferible
que éste sea físicamente manipulativo, vivencial y sensorial, de componentes naturales a poder ser, como la
madera, y con características lo menos artificiales posible (en peso, forma,
escala…). Deberá ser un material atrayente y llamativo por sí mismo y autocorrectivo, de tal forma que permita el
trabajo autónomo del niño o niña y que sea capaz de aprender a través del error
propio, no siendo necesario tapar el error, si no aprender de él. También es
idóneo que el material permita diferentes variaciones así como el autoaprendizaje,
sin necesidad de dirigir ni decirles como deben hacer la tarea pues en tal caso
aprenderían por repetición, sin comprensión, lo que a lo largo del tiempo
genera 2 tipos de actitud:
-pasiva: esperando que le digan lo que debe hacer
-poco fomento del lenguaje verbal
Es maravilloso observar en el niño como este tipo de
materiales desarrolla sus capacidades de autodisciplina, autocontrol,
motivación al logro…tratando de fomentar la consecución del aprendizaje por uno
mismo.
Generalmente en la metodología
tradicional se enseña que el error es “malo”, que no debemos equivocarnos….pero
de esta forma estamos transmitiendo un tabú inconsciente, enseñando a ocultar
el error, incluso dejando de hacer aquellas cosas donde nos podemos equivocar,
en lugar de aprender del error y descubrir a través de él.
El adulto, por lo general tiene
el instinto de corregir los errores y de esta forma se interrumpe la
concentración y el trabajo de los niños. Ni que decir del sentimiento que puede
provocar de frustración, miedo a no cumplir con las expectativas del adulto…lo
que quizá pueda dañar su sentimiento de autoestima. Sin embargo a través del
ensayo-error y la repetición, el niño aprende de forma natural, con entusiasmo.
La idea para transmitir un
didáctica vivencial y manipulativa es potenciar en todo momento el aprendizaje
interno, el que surge del propio niño o niña y le permite probar con diferentes
fórmulas hasta dar con la correcta (se permite el lujo de EQUIVOCARSE!!).
Me parece muy importante este artículo tanto para el niño como para el adolescente y el adulto.
ResponderEliminarEstimo que la autocorrección es esencial para que el error no se arrastre durante un período de tiempo indefinido. Por lo general los desafíos con los que se encuentran los niños conllevan autocorrección, se me ocurre que si están intentando completar un rompecabezas el niño visualizará una figura con la que esté familiarizado en el caso encajar todas las piezas adecuadamente, en caso contrario verá, antes o después, que es extraño el resultado. En la adolescencia se me ocurre el ejemplo del niño que calcula la incógnita de una ecuación, siempre podrá sustituir el valor hallado en la ecuación y comprobar que se cumple la igualdad. En la madurez, no me quiero ni imaginar que pasaría con el desarrollo científico si los físicos, químicos, biólogos ... tuviesen miedo a equivocarse. En este último caso, la autocorrección le corresponde a la comunidad científica que aprobará o rechazará el trabajo realizado por el científico.
En definitiva: Papá, mamá, yayos, profes ... dejad que me equivoque que quiero aprender.
Gracias Laura por seguir aportando.
Muchas gracias Oriol por tu aportación!
EliminarEfectivamente la entrada se refería mas a los niños pequeños y a su proceso de aprendizaje de modo vivencial, pero por supuesto también es aplicable a adolescentes y adultos como bien comentas!
Es precioso aprender del error y probar y probar hasta que conseguimos hacer algo por nosotros mismos, y más precioso es observar estas evoluciones en los más pequeños, su afán por aprender es asombroso. Aprendamos de ellos!
Hola Laura,
ResponderEliminar¿Podrrías contar algún ejemplo típico? seguro que corregimos constantemente sin darnos cuenta y con un caso práctico es más fácil verlo. Gracias!!
Claro! Se me ocurren infinidad de ejemplos, yo creo que el adulto por naturaleza (y también quizá por lo que ha vivenciado y sus hábitos culturales y sociales, aunque por supuesto hay muchos otros adultos más respetuosos y no se puede generalizar) tiene la costumbre de corregir al niño antes de observar si realmente es capaz de lograrlo o si quiere lograrlo, ya que muchas veces los niños simplemente están jugando y probando e inventando pero no desean llegar a un resultado concreto, es lo maravilloso de su juego espontáneo.
EliminarEsta mañana sin ir más lejos en el tren observé a una mamá con su hija de unos 7-8 años que estaba haciendo una sopa de letras, estaba entretenida y encantada de encontrar las palabras, las marcaba con colores y hacia dibujitos, genial! La madre decidió que la niña tardaba mucho en encontrar las palabras y se las iba señalando ella con el dedo. A la quinta corrección y sentimiento de frustración, el juego dejó de ser interesante y la niña cerró el cuadernito de las sopas de letras. Se había convertido en un juego competitivo y no era lo que ella deseaba en ese momento, además debemos tener en cuenta que en ciertas circunstancias si nos tratamos de poner a la altura de los niños hay muchas posibilidades de que “ganemos” y tampoco es justo para ellos no?
Espero haberte ayudado! Gracias por leerme….Un saludo